El elixir de la eterna juventud no existe, y es muy probable que nunca llegue a existir.
El proceso de envejecimiento es abrumadoramente complejo como para llegar a encontrar una sola sustancia que lo detenga. Además, aún es un misterio cómo sucede.
Sin embargo, la forma de retrasar sus efectos está al alcance de todos, es mucho más sencilla, económica y a la larga ofrece muchos más beneficiosos y satisfacciones.
¿Quieres saber por dónde comenzar?
Reconozcámoslo: Quizás a nadie le guste la idea de envejecer. Y este sentimiento se agrava aún más al estar inmersos en una cultura obsesionada con la juventud, y que, a su vez e injustamente, no ve con buenos ojos a la así llamada “tercera edad”.
En nuestros días, ser joven o tener un aspecto joven es muy atractivo para la mayoría. Ser joven está muy bien visto, porque es sinónimo de vitalidad, vigor, empuje, alegría, etc.; en cambio, el envejecimiento se asocia de una manera reductora sólo con la decrepitud, decadencia, la inutilidad, el estorbo, etc.
Lo curioso es que muy pocos saben que el proceso del envejecimiento comienza mucho antes de lo que suponemos, y no a los 65 ó más.
La edad a la que comenzamos a envejecer, en promedio, se encuentra entre los 25 y 30 años.
Ante este escenario contundente la pregunta sensata no es cómo detener el envejecimiento sino más bien cómo mitigar sus efectos para lograr la mejor calidad de vida posible.
Y ahí tenemos muy buenas noticias, porque son numerosas las acciones que podemos llevar a cabo para lograrlo.
En este artículo nos enfocaremos en los antioxidantes, aliados importantísimos para este propósito.Vale la pena conocerlos para tener una mejor comprensión de sus alcances.
¿Qué son los antioxidantes?
Son moléculas orgánicas capaces de retardar o evitar la oxidación de otras moléculas en nuestro organismo.
Pero antes necesitamos tener algunos datos clave para entender mejor.
La vida en la Tierra tiene muchas paradojas. Una de ellas es que las formas de vida complejas, como la humana, son posibles gracias a que hay oxígeno en la atmósfera, el cual necesitamos para muchos procesos metabólicos; sin embargo, ese mismo oxígeno que nos permite vivir es a su vez altamente reactivo y nos daña, ya que genera lo que se conoce como “especies altamente reactivas del oxígeno”, también conocidas como EOR.
Digamos que éste es el costo que pagamos por vivir en un planeta pleno de oxígeno.
Entre estas especies altamente reactivas del oxígeno están los radicales libres y los peróxidos.
¿Qué daños provocan?
Daño oxidativo en las células:
- Degradación y desnaturalización de proteínas, e inhibición de enzimas.
- Mutaciones en el ADN.
- Peroxidación en los lípidos constituyentes de la membrana celular.
Antioxidantes. Algunos beneficios
- Previenen y retrasan el daño celular arriba mencionado, que es el origen de muchas enfermedades, algunas graves, como el cáncer.
- Ayudan a combatir infecciones al potenciar el sistema inmunológico.
- Disminuyen los riesgos de enfermedades del corazón.
- Evitan el envejecimiento prematuro de la piel.
- Poseen gran capacidad antiinflamatoria.
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Antioxidantes ¿Dónde los encontramos?
En muchos vegetales que contengan vitaminas, minerales y en el color de muchos de ellos; por ejemplo, vitamina E, C, y Betacarotenos; también minerales como magnesio, zinc, selenio, que se encuentran a su vez en el pescado, huevo, en semillas y frutos secos, como cacahuate, almendras, nueces.
Una dieta que incluya los siguientes productos aportará muchos antioxidantes a nuestra salud:
- Frutas: fresas, piña, mango, papaya, naranja, etc.
- Cereales integrales: avena, arroz, germen de trigo.
- Verduras: espinacas, cebolla, ajo, tomate (jitomate), zanahoria, etc.
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Conclusiones
Con suerte, muchos de nosotros llegaremos a la tercera edad, con muchas arrugas y nuestras capacidades reducidas. Pero está en nosotros comenzar a edificar desde ahora, no importa la edad que tengamos en este momento, los cimientos de una ancianidad con calidad de vida.
Tomar conciencia de esto y actuar en consecuencia –por ejemplo, optimizando nuestra dieta con alimentos ricos en antioxidantes– no sólo es un acto de sentido común, también honramos así la vida que hemos recibido, porque es un acto de respeto y amor a nosotros mismos.
Foto: Brooke Lark